Exégesis posmoderna

Y de repente morir, inesperadamente. Te vas al cielo y te encuentras frente a frente con Dios. Sientes el corazón acelerado y tienes miedo, pucha yo no creía en Dios esto es desafortunado, qué vergüenza, cómo le pido disculpas qué incómodo, sorry Dios, no tenía cómo saber. Pero a él no le importa demasiado, da lo mismo igual, yo no soy así como dicen, no te preocupís.
¿Entonces da lo mismo creer? Da lo mismo.

Y la comunicación con Dios es como la de las hormigas, puro traspaso de información, pero es información vital, miras tu vida y la entiendes toda, es como una película pero la versión del director. El paraíso es una revisión crítica de todo, todo lo conoces porque todo es importante, no hay selección de lo que quieres o no quieres saber, todo se sabe porque solo así se entiende el todo. No estás parado ni sentado ni acostado, estás de todas formas y en todas las direcciones, haciendo todas las cosas a la vez, bailando y durmiendo y comiendo y actuando la escena de psicosis en la ducha. Todo llama la atención por igual, estás mirando en todas las direcciones pero observando cada detalle uno por uno, mientras lo hueles, langüeteas y das palmaditas en la espalda porque tiene hipo y es tu hijo y tu mamá y tu tío bisabuelo y el rector del colegio que está cerca de tu casa y Pinochet. Hace frío, pero no lo sientes porque estás abrigada con miles de cosas, todo el universo te está abrigando.
Pero también puedes ser nada y eso es muy tranquilizante, puedes ser nada, anti-materia.

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